lunes, 2 de julio de 2012

Entre Ajos y Cebollas


Como pueblo antiguo, los judíos tenemos un gusto por los alimentos que nos remiten a la antigüedad. Las omnipresentes cebollas y ajos en una inmensa mayoría de platos judíos remiten a las cebollas y ajos que comían los judíos esclavos en Egipto.

También comer granos, cereales y legumbres tiene un origen religioso-tradicional, Cocinar porotos, garbanzos o lentejas viene de la costumbre de la reina Esther, quién no comía carne durante el ejercicio del poder de Haman, ya que este había prohibido la faena ritual y no había carne kasher en toda Persia.

Pero aunque muchos platos vienen de estos orígenes humildes, hasta en el más pobre de los hogares judíos de Europa había canela, clavo o nuez moscada para perfumar sus comidas, porque eran parte de la Havdalá del shabat; con ellos se condimentaba el jaroset del Séder y los alimentos de Shavuot.

Esa fue una de las razones por las que los judíos llegaron a ser comerciantes internacionales en especias.

La celebración de shabat necesitaba sabores especiales y se preparaban comidas especialmente fragantes. Algunos judíos agregaban endulzantes (miel, azúcar si eran ricos); otros, especias, auqneu la mayoría de los judíos tan distintos entre si como los marroquíes, polacos, italianos o alemanes, ambas cosas a la vez. De ahí que se haya desarrollado el gusto por lo dulce –ácido, sumándole a eso que el vinagre o el jugo de limón ayudaban a conservar la caponata italiana, el essigfleish y otros platos preparados antes del shabat.

La cocina judía siempre ha girado en torno al shabat y ese es el punto de unión entre asquenazíes, sefardíes, italkim, etíopes, indios, yemenitas, etc. Por ejemplo, el uso del aceite para freir loslatkes en Europa y los sufganiot de origen sefardí en Jánuca o la prohibición de usar levadura en Pésaj en todas las comunidadesjudias del mundo son costumbres que hacen a una “Cuisine” judía.

Aunque Feuerbach, que no era judío, se haya atribuido la frase “uno es lo que come”, ese es un pensamiento netamente judío, ya que nosotros creemos que los alimentos permanecen para siempre en nosotros, transformándose en sangre, en cerebro, en corazón y, en última instancia, hasta en espíritu, ya que los platos tradicionales que conformar esta heterodoxa “Cuisine” judía no sólo alimentan el cuerpo sino también el alma.